martes, 17 de enero de 2012

La Tempestad

La Tempestad estaba deificada entre los romanos. Era la ninfa del aire. Marcelo le hizo levantar un pequeño templo en Roma, fuera de la puerta Capena.
En antiguos monumentos se encuentran sacrificios a la Tempestad. Su cara estaba irritada y siempre aparecía sentada sobre nubes tormentosas entre las que varios vientos soplan en distintas direcciones.
Derrama a manos llenas el granizo que destruye sembrados y desgarra árboles. Se le sacrificaba un enorme toro negro.

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