domingo, 8 de enero de 2012

Eolo y los vientos

Eolo era hijo de Júpiter, según unos o hijo de Menalipias e Hipotas según otros.
En el siglo XV antes de nuestra era, aseguraban formalmente que Eolo conquistó algunas islas del mar Tirreno en las que reinó.
Los vientos, divinidades poèticas son hijos del cielo y de la tierra.
Hesíodo llama: Tifeo, Astreo y Perceo, pero exceptúa a los vientos Noto, Bóreas y Céfiro, que supone hijos de los dioses.
Según Homero y Virgilio los vientos están encerrados por Eolo en profundas cavernas de las islas Eolianas, entre Italia y Sicilia.
Estos temibles prisioneros braman dentro de sus cavernas y si Eolo no los retuviera arrasarían con la tierra, los mares y hasta la vóveda celeste.
Pero el cauto y omnipotente Júpiter lo ha previsto todo. Y los vientos no solo están encerrados en cavernas, sino que hay encima de ellos una masa enorme de rocas y montañas.
Eolo reina sobre sus terribles súbditos desde encima de esas montañas y por orden de Júpiter no puede desencadenar los vientos. Podemos entonces, estar tranquilos.
Para conciliar o apaciguar a los vientos se les dirigirán plegarias y se les ofrecerán sacrificios.
En Atenas existía un templo octogonal en cuya cada esquina estaba la figura de uno de los vientos.
Estos vienntos eran ocho: Solano, Euro, Auster, Africo, Céfiro, Coro, Septentrión y Aquilón.
En la cúspide piramidal de este templo, había un tritón de bronce, móvil cuya varilla indicaba siempre el viento que soplaba.
Los romanos reconocían cuatro vientos principales, que eran Euro, Bóreas o Auster y Céfiro.
Los poetas de todos los tiempos representan a los vientos como gigantes turbulentos y veleidosos.
Los cuatro vientos principales tienen su fábula distinta.
Euro, es el hijo favorito de la Aurora, viene del Oriente y vuela con los cabellos de su madre. El sol sale detrás de él y tiene el rostro joven y dulce, un poco asiático y bronceado. Tiene el pelo revuelto por las tormentas que ha causado.
Bóreas, viene del norte, reside en Tracia y es el rey del aire.
Robó a la bella Cloris, hija de Arcturo, y la llevó al monte Nifato o Cáucaso, allí fueron padres de Hirpacio. Pero Bóreas se enamoró especialmente de Oritia, hija de Fracteo, rey de Atenas, no habiendo podidi obtenerla de su padre se escondió en una nube y raptó esta princesa, en medio de un torbellino de polvo.
Convertido en caballo, dió nacimiento a doce jumentitos veloces que corrían sobre campos de trigo sin doblar las espigas y también corrían sobre las olas sin mojarse.
Tenía un templo en Atenas en las orillas del Lliso y todos los años los atenienses celebraban fiestas en su honor llamándolas las "Boreasmas".
Aqulión, este viento era frío y molesto, alguna vez se lo confundió con Bóreas.
Se lo representa como un anciano con el cabello blanco y enmarañado.
Noto o auster es el viento caliente y tormentoso que sopla al mediodia.
Ovidio lo describe alto y viejo, canoso y sombrío, con una tela anudada en la cabeza y el agua goteando en sus vestidos.
Juvernal nos lo presenta en la caverna de Eolo secando sus alas después de una tormenta.
En el arte pictórico, en grabados y bajorrelieves está con alas, robusto y desnudo. Marcha siempre sobre las nubes y sopla con las mejillas hinchadas, demostrando violencia y tiene una regadera en la mano insinuando que él produce las lluvias.
Cefiro, era en realidad el viento de Occidente.
Los poetas griegos y latinos le cantaron agradecidos el que llevara el clima fresco a las zonas cálidas.
Tal como los poetas nos lo han representado así es Céfiro de risueño, y su soplo dulce y poderoso nos da vida.
Los griegos deían que era esposo de cloris y los latinos aseguraban que era esposo de Flora.
Su fisionomía es dulce y serena, lleva alas de mariposa y usa corona de toda clase de flores.
Se deslizaba en el espacio con gracia y ligereza llevando una canasta en la mano llena de hermosas flores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario